Hoy La Iglesia Celebra a San Patricio,

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#Santoral 馃槆 Se afirma que fue alrededor del a帽o 403, a la edad de 16 a帽os, que cay贸 prisionero de piratas junto con otros j贸venes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvi贸 cuidando ovejas. Trat贸 de huir varias veces sin 茅xito. La Divina Providencia aprovech贸 este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, prepar谩ndolo para el futuro. Sinti贸 un d铆a la llamada a huir y, cuando logr贸 que por fin alguien lo transportara por mar, sufri贸 de naufragio, del cual logr贸 conversiones a Dios gracias a la Providencia de Dios que 茅l invoc贸. Finalmente llegaron a lugar habitado y as铆 Patricio qued贸 a salvo a la edad de veintid贸s o veintitr茅s a帽os y volvi贸 a su casa. Con todo, continu贸 con visiones en que una multitud le llamada a "regresar" a evangelizarlos. Patricio pas贸 varios a帽os en Francia antes de realizar su trabajo de evangelizaci贸n en Irlanda. Cuenta la tradici贸n que, en esa 茅poca hizo un v

San Francisco De Asis y El Lobo,



SAN FRANCISCO Y EL LOBO: #SanFrancisco, #ElLobo, #ElPueblo, #Animales, 

En el tiempo en que San Francisco viv铆a en Gubbio, apareci贸 en la comarca un lobo muy feroz, que no s贸lo devoraba los animales, sino tambi茅n hab铆a atacado a varios hombres del pueblo; hasta el punto de que ten铆a aterrorizados a todos los habitantes, porque muchas veces se acercaba a la ciudad. Todos iban armados cuando sal铆an de la ciudad cual si fueran a la guerra; y aun as铆, quien topaba con 茅l estando a solas no pod铆a defenderse.

San Francisco, movido a compasi贸n de la gente del pueblo, quiso salir a enfrentarse con el lobo, desatendiendo los consejos de los habitantes, que quer铆an a todo trance disuadirle. Y, haciendo la se帽al de la Cruz, sali贸 fuera del pueblo con sus compa帽eros, puesta en Dios toda su confianza. Como los compa帽eros vacilaran en seguir adelante, San Francisco se encamin贸 resueltamente hacia el lugar donde estaba el lobo. Cuando, a la vista de muchos de los habitantes, que hab铆an seguido en gran n煤mero para ver este milagro, el lobo avanz贸 al encuentro de San Francisco con el hocico abierto. Acerc谩ndose a 茅l, San Francisco le hizo la se帽al de la Cruz y le dijo:

–¡Ven aqu铆, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas da帽o ni a m铆 ni a nadie.

¡Cosa admirable! Apenas traz贸 la Cruz San Francisco, el terrible lobo cerr贸 el hocico, dej贸 de correr y, obedeciendo la orden, se acerc贸 mansamente, como si fuese un cordero, y se ech贸 a los pies de San Francisco. Entonces, San Francisco continu贸 habl谩ndole en estos t茅rminos:

–Hermano lobo, t煤 est谩s haciendo da帽o en esta comarca, has causado grand铆simos males, maltratando y matando las criaturas de Dios sin su permiso; y no te has contentado con matar y devorar las bestias, sino que has tenido el atrevimiento de dar muerte y causar da帽o a los hombres, hechos a imagen de Dios. Por todo ello has merecido la horca como un ladr贸n y homicida malvado. Toda la gente grita y murmura contra ti y toda la ciudad es enemiga tuya. Pero yo quiero, hermano lobo, hacer las paces entre t煤 y ellos, de manera que t煤 no les ofendas en adelante, y ellos te perdonen toda ofensa pasada, y dejen de perseguirte hombres y perros.

Ante estas palabras, el lobo, con el movimiento del cuerpo, de la cola y las orejas y bajando la cabeza, manifestaba aceptar y querer cumplir lo que dec铆a San Francisco, quien le dijo entonces:

–Hermano lobo, puesto que est谩s de acuerdo en sellar y mantener esta paz, yo te prometo hacer que la gente de la ciudad te proporcione continuamente lo que necesitas mientras vivas, de modo que no pases ya hambre; porque s茅 muy bien, que por hambre has hecho el mal. Pero, una vez que yo te haya conseguido este favor, quiero, hermano lobo, que t煤 me prometas que no har谩s da帽o ya a ning煤n hombre del mundo y a ning煤n animal. ¿Me lo prometes?

El lobo, inclinando la cabeza, dio a entender claramente que lo promet铆a. San Francisco le dijo:

–Hermano lobo, quiero que me des fe de esta promesa, para que yo pueda fiarme de ti plenamente.

San Francisco le tendi贸 la mano para recibir la fe, y el lobo levant贸 la pata delantera y la puso mansamente sobre la mano de San Francisco, d谩ndole la se帽al de fe que le ped铆a. Luego le dijo San Francisco:

–Hermano lobo, te mando, en nombre de Jesucristo, que vengas ahora conmigo sin temor alguno; vamos a concluir esta paz en el Nombre de Dios.

El lobo, obediente, march贸 con 茅l como manso cordero, en medio del asombro de los habitantes. Corri贸 r谩pidamente la noticia por toda la ciudad; y todos, grandes y peque帽os, hombres y mujeres, j贸venes y viejos, fueron acudiendo a la plaza para ver al lobo caminando mansamente junto a San Francisco. Cuando todo el pueblo se hubo reunido, San Francisco se levant贸 y les predic贸, dici茅ndoles, entre otras cosas, c贸mo Dios permite tales calamidades por causa de los pecados; y que es mucho m谩s de temer el fuego del infierno, que ha de durar eternamente para los condenados, que no la ferocidad de un lobo, que s贸lo puede matar el cuerpo; y si el hocico de un peque帽o animal infunde tanto miedo y terror a tanta gente, cu谩nto m谩s de temer no ser谩 la boca del infierno. «Vu茅lvanse a Dios, queridos hermanos y hagan penitencia por sus pecados, as铆 Dios los librar谩 del lobo en el presente y del fuego infernal en el futuro».

Terminado el serm贸n, dijo San Francisco:
–Escuchen, hermanos m铆os: el hermano lobo, que est谩 aqu铆 ante ustedes, me ha prometido y dado su fe de hacer paces con ustedes y de no da帽arles en adelante, si ustedes se comprometen a darle cada d铆a lo que necesita para vivir. Yo salgo fiador por 茅l de que cumplir谩 fielmente por su parte el acuerdo de paz.

Entonces, todo el pueblo prometi贸 alimentarlo continuamente. Y San Francisco dijo al lobo delante de todos:

–Y t煤, hermano lobo, ¿me prometes cumplir para con ellos el acuerdo de paz, es decir, que no har谩s da帽o ni a los hombres, ni a los animales, ni a criatura alguna?

El lobo se arrodill贸 y baj贸 la cabeza, manifestando con gestos mansos del cuerpo, de la cola y de las orejas, en la forma que pod铆a, su voluntad de cumplir todas las condiciones del acuerdo. A帽adi贸 San Francisco:

–Hermano lobo, quiero que as铆 como me has dado fe de esta promesa fuera de las puertas de la ciudad, vuelvas ahora a darme fe delante de todo el pueblo de que yo no quedar茅 enga帽ado en la palabra que he dado en nombre tuyo.

Entonces, el lobo, alzando la pata derecha, la puso en la mano de San Francisco. Este acto y los otros que se han referido produjeron tanta admiraci贸n y alegr铆a en todo el pueblo, as铆 por la devoci贸n del Santo como por la novedad del milagro y por la paz con el lobo, que todos comenzaron a clamar al cielo, alabando y bendiciendo a Dios por haberles enviado a San Francisco, el cual, por sus m茅ritos, los hab铆a librado de la boca de la bestia feroz.

El lobo sigui贸 viviendo dos a帽os en Gubbio; entraba mansamente en las casas de puerta en puerta, sin causar mal a nadie y sin recibir maltratos de ninguno. La gente lo alimentaba cort茅smente, y, aunque iba as铆 por la ciudad y por las casas, nunca le ladraban los perros. Por fin, al cabo de dos a帽os, el hermano lobo muri贸 de viejo; los habitantes lo sintieron mucho, ya que, al verlo andar tan manso por la ciudad, les tra铆a a la memoria la virtud y la santidad de San Francisco.

¡Seamos hermanos, no lobos!

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