Hoy Celebramos a Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús

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Desde el año 1541, cada 22 de abril, se celebra la fiesta de Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús. Se trata de una advocación mariana que nació en el círculo de los primeros jesuitas, liderados por San Ignacio de Loyola, cuya devoción se ha extendido a toda la Iglesia impulsada por la presencia e importancia de la Compañía de Jesús para la catolicidad. El 22 de abril de 1541, los primeros jesuitas realizaron los votos solemnes (pobreza, castidad y obediencia) ante la imagen de Santa María Virgen ubicada en la basílica romana de San Pablo de Extramuros. Aquél día quedó sellado el vínculo entre la Madre de Dios y el alma jesuítica; vínculo que había marcado la conversión del mismo Ignacio y de los hombres que se fueron uniendo al proyecto. El veintidós de abril He aquí parte del relato de lo sucedido aquel día. Estuvieron presentes San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y los miembros del grupo inicial (Salmerón, Laínez, Broet, Jay y Codure): “C

Hoy es la Fiesta de la Beata Ana de San Bartolomé, mística carmelita

La Beata Ana de San Bartolomé fue una religiosa carmelita, mística, discípula predilecta de Santa Teresa de Jesús y difusora de la reforma de la Orden carmelita descalza por Francia y los Países Bajos.

Fue considerada por todos y proclamada la Libertadora de Amberes (Bélgica); ya que, debido a sus oraciones, Dios salvó la ciudad del ataque de los herejes holandeses.

Ana de San Bartolomé nació el 1 de octubre de 1549 con el nombre Ana García Manzanas en Almendral de la Cañada (Toledo, España).

Vivió en tiempos del siglo de oro español, cuando en América se desarrollaba la conquista y el proceso de evangelización. A pesar de todo, España libró duras y sangrientas guerras de religión ante del avance del protestantismo. Por su parte, la Iglesia impulsó la Contrarreforma con el concilio de Trento, promoviendo la reforma de las Órdenes religiosas para oponerse a las ideas protestantes.

En ese contexto vivió la joven Ana, que sintió un llamado a la vocación religiosa desde niña. Sin embargo, al no recibir el apoyo de sus hermanos su salud se vio afectada y enfermó gravemente. Estos no fueron indiferentes y rezaron una novena al apóstol San Bartolomé por su curación.

El 24 de agosto de 1570, día de la fiesta del santo, Ana fue llevada a una ermita dedicada a su advocación y se curó milagrosamente. Ese mismo año ingresó al convento de San José de Ávila como hermana lega y eligió a San Bartolomé para su nuevo nombre de carmelita descalza.

Siendo novicia, conoció a la Doctora de la Iglesia, Santa Madre Teresa de Jesús, que desde un principio le dio permiso para la profesión, y en cuyas manos hizo sus votos el 15 de agosto de 1572. Además, se convirtió en su secretaria particular.

Aprendió a escribir de modo milagroso. Destacó siempre por su extraordinaria caridad, tanto para con Dios como para con el prójimo.

Tras el fallecimiento de Santa Teresa, la hoy Beata viajó a Francia para fundar varios conventos, dando maravillosos ejemplos de todas las virtudes.

En su autobiografía, escrita por obediencia, dejó constancia de las muchas gracias místicas que gozó durante su vida y sus luchas contras los ataques y tentaciones del demonio.

Tuvo el don de la bilocación, cuando se enteró que su confesor el P. Juan de San Cirilo estaba por morir, oró por él y se vio a su lado dándole consejos a su enfermero. También tuvo el don del conocimiento de almas, el que usaba para orar por los demás y aconsejarlos antes de que le contaran sus problemas.

En 1624 sufrió una apoplejía, de la que no se terminó de recuperar. El 7 de junio de 1626, luego de la extremaunción y haber comulgado, tuvo un éxtasis de unos 15 minutos y después falleció en paz.

Fue beatificada en 1917 por el Papa Benedicto XV.


FUENTE. ACI PRENSA, 

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