Noveno Día de la Novena de Navidad - 24 de diciembre

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  En el nombre del Padre del Hijo y del Espiritusanto Amen 1.- Oración para comenzar Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén. Padre Nuestro 2.- Oración para la familia Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. Que no

Lecturas del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo - Ciclo C


Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Lectionary: 169

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis (14,18-20):

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: “Bendito sea Abram de parte del Dios altísimo, creador de cielos y tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos”. Y Abram le dio el diezmo de todo lo que había rescatado.
 

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Salmo 109, 1. 2. 3. 4

R. (4bc) Tú eres sacerdote para siempre.

Esto ha dicho el Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha;
yo haré de tus contrarios el estrado
donde pongas los pies”.
 R.
R. Tú eres sacerdote para siempre.

Extenderá el Señor desde Sión
tu cetro poderoso
y t
ú dominarás al enemigo. R.
R. Tú eres sacerdote para siempre.

Es tuyo el señorio;
el d
ía en que naciste
en los montes sagrados,
te consagr
ó el Señor antes del alba. R.
R. Tú eres sacerdote para siempre.

Juró el Señor y no ha de retractarse:
“Tú eres sacerdote para siempre.
como Melquisedec”. 
R.
R. Tú eres sacerdote para siempre.
 

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.

Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios 

Sequencia

Lauda Sion

Al Salvador alabemos,

que es nuestro pastor y guía.

Alabémoslo con himnos

y canciones de alegría.


Alabémoslo sin límites

y con nuestras fuerzas todas;

pues tan grande es el Señor,

que nuestra alabanza es poca.


Gustosos hoy aclamamos

a Cristo, que es nuestro pan,

pues él es el pan de vida,

que nos da vida inmortal.


Doce eran los que cenaban

y les dio pan a los doce.

Doce entonces lo comieron,

y, después, todos los hombres.


Sea plena la alabanza

y llena de alegres cantos;

que nuestra alma se desborde

en todo un concierto santo.


Hoy celebramos con gozo

la gloriosa institución

de este banquete divino,

el banquete del Señor.


Ésta es la nueva Pascua,

Pascua del único Rey,

que termina con la alianza

tan pesada de la ley.


Esto nuevo, siempre nuevo,

es la luz de la verdad,

que sustituye a lo viejo

con reciente claridad.


En aquella última cena

Cristo hizo la maravilla

de dejar a sus amigos

el memorial de su vida.


Enseñados por la Iglesia,

consagramos pan y vino,

que a los hombres nos redimen,

y dan fuerza en el camino.


Es un dogma del cristiano

que el pan se convierte en carne,

y lo que antes era vino

queda convertido en sangre.


Hay cosas que no entendemos,

pues no alcanza la razón;

mas si las vemos con fe,

entrarán al corazón.


Bajo símbolos diversos

y en diferentes figuras,

se esconden ciertas verdades

maravillosas, profundas.


Su sangre es nuestra bebida;

su carne, nuestro alimento;

pero en el pan o en el vino

Cristo está todo completo.


Quien lo come, no lo rompe,

no lo parte ni divide;

él es el todo y la parte;

vivo está en quien lo recibe.


Puede ser tan sólo uno

el que se acerca al altar,

o pueden ser multitudes:

Cristo no se acabará.


Lo comen buenos y malos,

con provecho diferente;

no es lo mismo tener vida

que ser condenado a muerte.


A los malos les da muerte

y a los buenos les da vida.

¡Qué efecto tan diferente

tiene la misma comida!


Si lo parten, no te apures;

sólo parten lo exterior;

en el mínimo fragmento

entero late el Señor.

Cuando parten lo exterior,

sólo parten lo que has visto;

no es una disminución

de la persona de Cristo.


El pan que del cielo baja

es comida de viajeros.

Es un pan para los hijos.

¡No hay que tirarlo a los perros!


Isaac, el inocente,

es figura de este pan,

con el cordero de Pascua

y el misterioso maná.


Ten compasión de nosotros,

buen pastor, pan verdadero.

Apaciéntanos y cuídanos

y condúcenos al cielo.


Todo lo puedes y sabes,

pastor de ovejas, divino.

Concédenos en el cielo

gozar la herencia contigo. Amén.

 


Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 51

R. Aleluya, aleluya.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor;

el que coma de este pan vivirá para siempre.

R. Aleluya.

 

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.

Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario”. Él les contestó: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos le replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente”. Eran como cinco mil varones.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.

Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

Palabra del Señor, 

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